Un espectacular encierro a caballo abre las fiestas patronales de San Miguel
La jornada sabatina de las fiestas patronales de San Miguel del Arroyo combinó ayer momentos de puro espectáculo con otros que fueron deslucidos por la lluvia caída durante las primeras horas de la madrugada. Las precipitaciones afectaron a la presencia de vecinos para disfrutar de la verbena, así como a los aficionados taurinos que poco pudieron disfrutar del encierro por el recorrido urbano. Se soltaron dos bravos novillos que dieron poco juego.
Por suerte, los momentos buenos y de gran espectáculo taurino aguardaban a la celebración del primer encierro campestre, que como es tradicional, consiguió congregar a centenares de aficionados agolpados por las colinas y a la entrada del pueblo para disfrutar del momento de la llegada de las reses bravas junto a los caballistas.
Estos últimos alcanzaban casi la cifra de las dos centenas, protagonizando, tal y como ha comentado el alcalde de la localidad, José Arenal, un encierro tranquilo hasta que los bueyes, que acompañaban a los bravos, se lanzaron a correr antes de tiempo, lo que provocó una gran desbandada en la manada con los astados por un lado y los cabestros por otro.
Sin embargo, gracias a la destreza de los caballistas, los aficionados de a pie congregados en el embudo y en la entrada pudieron disfrutar del gran espectáculo taurino, aunque con retraso.
Un sentimiento de júbilo se adueñó de la multitud con la aparición de los primeros caballistas seguidos de cerca por los cabestros. Uno de los mansos se desvió del camino, aunque fue reconducido un rato después gracias a la ayuda de un vehículo todoterreno. Los caballistas forzaron el resto de los bueyes a detenerse y a esperar al astado para pegar el último arreón cruzando perfectamente el puente en dirección al recorrido urbano. Pero, allí, se paró el toro y gracias también a la pericia de aficionados y varios miembros de las asociaciones taurinas de la comarca se consiguió introducir al bravo para disfrutar de su juego hasta casi el mediodía cuando, con la ayuda de los bueyes, alcanzó los toriles de la plaza portátil de toros.
Mientras tanto, el resto de caballistas hacían grandes esfuerzos para reconducir al segundo bravo desviado, aunque finalmente se optó por anestesiarle y llevarle en una pala a la plaza de toros.
Y para cerrar esta jornada taurina se celebró por la tarde una capea seguida de una suelta de un toro en el encierro y rematando con el tercer encierro por las calles de la localidad.
Fuente: www.eldiadevalladolid.com
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